Si lo deseas, con astucia y algo de paciencia, puedes llegar a ganar poder para influir en escalas jerárquicas superiores a las que te encuentras.
Incluso, puedes generar tanta confianza que puedes corregir a tu jefe cuando éste comete errores. No me refiero a gritarle todas sus incoherencias o a descargar tu enojo por todas las veces que te ha confundido con sus instrucciones tergiversadas o ha manipulado ciertas situaciones a su favor.
Me refiero a que un líder no sólo debe serlo frente a su equipo de trabajo sino también frente a sus superiores.
¿Y cómo ganar ese poder?
Se constructivo siempre. Esta es una cualidad que te servirá para que en el momento de influir (incluso corregir) se entienda que no lo estás haciendo por perjudicar, sino porque realmente te interesa mejorar un ambiente.
Proyecta objetividad de pensamiento. Esto lo puedes lograr de diversos modos: cuando te presenten una idea, aún cuando no te guste, trata de buscar lo bueno y lo malo de ella; fundamenta tus argumentos en base a hechos objetivos y no en base a respuestas del tipo “me gusta”, “no me gusta”, “no me late” ó “porque lo digo yo”. Toma decisiones sobre bases objetivas y justas.
Nunca hables mal de nadie, mucho menos de un jefe. Aún cuando tengas la razón para hacerlo y te pique la boca por decirlo, la discreción en ciertos asuntos generará alrededor de ti un gran sentimiento de confianza por parte de los que te rodean.
Controla tus emociones. Guarda la compostura y las buenas maneras aunque a veces tengas ganas de pegarle un golpe al que está enfrente. Proyectarás madurez, lo que también te hará ganar el respeto de la gente.
Sigue estos cuatro consejos de manera consistente. Insisto: el liderazgo se forja en el día a día, en los momentos cotidianos de tu diario qué hacer. Y poco a poco, casi de manera imperceptible, te irás ganando el respaldo y estima de los que te rodean, con la finalidad de influir cada vez más en tu ambiente, incluso sobre tus jefes.
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